El Señor no siembra mala hierba en su jardín (Mt 13:29). Por ello, si tú eres trigo te tocará sufrir estar entremezclado con mucha mala hierba (ver Mt 13:29). El Señor lo dispone de esta manera para darle la oportunidad a la mala hierba de convertirse en trigo. Sin embargo, puede suceder precisamente lo opuesto, y el trigo corre el riesgo de convertirse en mala hierba y perder su vida nueva en Cristo (2 Pe 1:10; 1 Co 9:27).

Así, el que sea trigo debe preocuparse de no convertirse en mala hierba ni dejarse corromper. La conversión y la corrupción están relacionadas. Si nos afanamos en el trabajo de la conversión, no seremos corrompidos. Sin embargo, si ignoramos nuestra responsabilidad de ofrecer conversión, nos situamos en grave peligro de corrompernos. Si no compartimos nuestra fe, podemos perderla. La evangelización es una cuestión de vida o muerte, no solo para la mala hierba sino también para el trigo.

Por Dios, por la mala hierba, por ti mismo, ama a esas malas hierbas lo suficiente como para decirles que Jesús las ama tanto que murió por ellas. Siembra la buena semilla de trigo en tu jardín.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.

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