La Palabra de Dios es fructífera, poderosa, cambia la vida y sacude la tierra. Por lo tanto, nuestro enemigo, el diablo, trata de evitar que lo escuchemos o al menos lo tomemos en serio (ver Mt 13:19). Un segundo enemigo que se opone a nuestra vida de la Palabra de Dios es nuestra falta de estudio de la palabra o raíces de comprensión (ver Mt 13:21). Cuando nuestra relación con el Señor es superficial, ¿por qué sufriríamos para obedecer Su Palabra? Nuestro tercer enemigo contra la Palabra de Dios viviente es "las preocupaciones del mundo" (Mt 13:22). Cuando estamos preocupados por lo que debemos comer, beber, vestir, hacer, pensar, sentir o gastar (ver Mt 6:31), estamos tan preocupados que nunca emprendemos nuestro deber de evangelizar.

Nuestro cuarto enemigo es "la seducción de las riquezas" (Mt 13:22). "Porque la avaricia es la raíz de todos los males" (1 Tim 6:10). El materialismo es una de las más tóxicas y adictivas de todas las sustancias. Si amamos al mundo y las cosas que permite, el amor de Dios Padre no tiene lugar en nosotros (1 Jn 2:15). Nuestro quinto enemigo es el temor del hombre en lugar del temor del Señor. Cuando nos preocupamos por ser políticamente correctos en lugar de vivir la verdad en amor (Ef 4:15), rebajamos a Dios de Su lugar y arriesgamos el pecado de la idolatría.

En Cristo, en amor por Él y obediencia a Él, tenemos victoria sobre todos estos enemigos de la Palabra de Dios. Conquista a tus enemigos

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.

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