el puesto de frutas
"Ana no tenía ninguno" (1 Samuel 1:2).
"Ana se ponía a llorar y no quería comer" (1 Sm 1:7). Dar a luz a un hijo significaba todo para ella. Nosotros también deberíamos llorar y ayunar por la falta de fertilidad espiritual en nuestras vidas. Si el año pasado sólo atrajimos a cincuenta personas hacia una vida nueva en Jesús cuando tuvimos la oportunidad de ser más fértiles, debiéramos llorar y ayunar. "Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones" (Sal 126:5).
Pablo sentía una "gran tristeza y un dolor constante" (Rom 9:2) porque sus compatriotas, los israelitas, no habían aceptado la nueva vida en Cristo (Rom 9:2-3). Pablo se hizo "esclavo de todos, para ganar al mayor número posible" (1 Co 9:19). Él se hizo "todo para todos, para ganar por lo menos a algunos" (1 Co 9:22).
Jesús dijo: "les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto" (Jn 12:24). Jesús deseaba tan fervientemente dar a luz al fruto de la salvación en las vidas de toda la gente, que murió en la cruz por cada uno de nosotros.
En este momento, Jesús nos llama a cada uno de nosotros a seguirlo y a traer a su reino al mayor número de gente posible. Dejemos todo, hagamos todo y suframos cualquier cosa para que podamos dar fruto en este nuevo año.
Oración: Padre, haz en mí lo que debes hacer para lograr, a través de mí, que se haga tu voluntad.
Promesa: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca" (Mc 1:15).
Alabanza: Sara oró diariamente y por muchos años para que su hijo volviese a Dios. El Señor le concedió lo que pedía y ahora ella ora en agradecimiento.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.
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