Todos nosotros nos gastamos una vida entera en algo. Por ejemplo, los niños pequeños que se gastan todo su dinero en golosinas, así, una gran mayoría de nosotros gastamos nuestra vida para adquirir placeres. Trabajamos para hacer dinero y comprar placeres. Vivimos para ser entretenidos y sentirnos bien. Después de hacer esto por varios años, no tenemos nada, solo falsos recuerdos de habernos sentido bien y unas pocas posesiones que no nos satisfacen y acompañadas de algunas obsesiones. Tenemos muy poco que mostrar de nuestra egoísta vida. Entonces, después de habernos llenado de nada, solo un vacío nos queda para enfrentar la vejez y la muerte. En el momento de mirar el pasado, en nuestra vida, nos sentimos que somos tontos y dignos de ser "malditos tontos".

Qué diferente es para aquellos que se "entregaron" a Jesús dando sus vidas enteramente a Él (ver Mt 13:44ss). Estos eligieron seguir a Jesús, se negaron a sí mismos, y llevaron la cruz de cada día (Lc 9:23). Pareciera que hubiesen perdido sus vidas, pero en la realidad las han salvado (Lc 9:24). Ellos no han trabajado por "el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna" (Jn 6:27). Ellos están en paz con el pasado, disfrutan el presente y tienen esperanza en el futuro. Son libres y no temen a la muerte (Heb 2:15). Sus tesoros no están perdidos, están asegurados en el cielo (Mt 6:20). Aman la vida, porque Jesús es Vida (Jn 14:6). Son hombres y mujeres sabios que alegremente vendieron todo para obtener el Reino de Dios. ¡Despiértense!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de enero de 2018

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