La creación, el cuerpo humano y el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, son entidades ecológicas. Se componen de muchas partes que operan de manera muy interrelacionada. Por eso, "si un miembro sufre, todos los demás sufren con él. Si un miembro es enaltecido, todos los demás participan de su alegría" (1 Co 12:26).

El Señor está constantemente dando Su gracia a la Iglesia para que esta siga íntegra, es decir, con su armonía ecológica completa e intacta. Pero, el diablo sigue tratando de destruir o al menos disminuir la Iglesia al tentarnos a abandonar o eliminar pedacitos integrales de la vida de la Iglesia. En la primera lectura eucarística de hoy, leemos acerca de los apóstoles, las iglesias-casas, la predicación de la Palabra de Dios, los milagros, las liberaciones, las sanaciones y la alegría en el Espíritu (Hch 8:1ss). Estos elementos y muchos más deben ser incluidos e interrelacionados apropiadamente en la vida de la Iglesia, o la Iglesia queda deformada. Por ejemplo, sin someterse a la autoridad de los sucesores de los apóstoles, es decir, los obispos, las iglesias-casas tienden a dividir en lugar de reforzar a la Iglesia. Es más, sin la vida comunitaria de la casa-iglesia, el celo evangelizador de la Iglesia generalmente disminuye, y los milagros, las liberaciones y las sanaciones parecen ser cosas del pasado. Necesitamos que toda la Iglesia esté correctamente unida en sus muchos elementos para obtener una Iglesia sana y fuerte que el Señor usará para transformar al mundo.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.

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