"tú eres mi escondite"
"El Señor ha decidido habitar en la nube oscura" (1 Reyes 8:12).
Hoy, en la primera la lectura de la Eucarístía y el responsorio del salmo, Dios hace del Templo Su hogar en la tierra. Sin embargo, en el proceso de habitar entre nosotros, Dios se esconde en la nube oscura que llena el Templo (1 Re 8:10ss). En el evangelio de hoy, Jesús, Dios encarnado, deja ese Templo y sale a territorio gentil. Inmediatamente después de eso, Jesús se esconde y "no quiere que nadie lo sepa" (Mc 7:24). La gente debe buscarlo (ver Mc 6:55).
Parece que Dios, en Su misterio, decide revelarse a Sí Mismo ocultándose. Al hacerlo, Dios revela que Él es una persona Que desea ser conocida por amor. ¿Te has ocultado alguna vez en tu dormitorio, esperando que el chico o chica linda de la escuela milagrosamente te haría una llamada? Si es así, tienes una idea del sentimiento que el Señor tiene hacia nosotros cuando Él aparentemente se esconde de nosotros.
La buena noticia es que, al esconderse, el Señor está disponible para todos nosotros. Él no se oculta por falta de amor, más bien por el deseo de sacarnos de nosotros mismos, lejos de los falsos sueños del mundo, la carne y el diablo (ver 1 Jn 2:16). Él se esconde de nosotros debido a la intensidad de Su amor por nosotros. La palabra de Dios nos suplica buscarle mientras pueda ser encontrado (Is 55:6). Jesús nos urge a buscar y encontraremos (Mt 7:8). Jesús se oculta en la cruz, bajando Su gloria y humillándose. Él se oculta en el tabernáculo, en la hostia y en el cáliz. Se esconde en Su Palabra.
Desde la cruz, Jesús exclamó: "Tengo sed" (Jn 19:28). Dale a Jesús algo de tomar. Búscalo y encuéntralo. Jesús no se esconde de ti; Él se esconde para ti. Haz de tu corazón Su escondite, y Él habitará en ti (Jn 6:56; 17:23).
Oración: Jesús, dame la fuerza para traer a otros por medio de la nube a Tus brazos de amor.
Promesa: "¡Entremos en Su Morada, postrémonos ante el estrado de Sus pies!" (Sal 132:7)
Alabanza: La virgen santa Águeda se dedicó a su Esposo, renunciando a su seguridad, salud e incluso su vida por Jesús.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.
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