¿Cuántos de ustedes pueden identificarse con Job en su desesperada miseria? (Jb 7:3) Tu situación está tan mala que puedes decir: "Mi alma está asqueada de la vida, quiero dar libre curso a mi queja, expresaré toda mi amargura" (Jb 10:1). "Me han sido asignadas noches de dolor... inquietud hasta la aurora... Mis días... llegaron a su fin... no verán más la felicidad" (Jb 7:3, 4, 6, 7).

El plan de Dios no es para librarnos de tiempos difíciles; Su plan es estar con nosotros en nuestras dificultades. Dios envió a Su único Hijo Jesús, que se llama "Emmanuel", nombre que significa "Dios con nosotros" (Mt 1:23). La verdadera prueba de un cristiano viene en las cruces de nuestras vidas. Nuestras acciones en tiempos de angustia le dicen a Dios si queremos que Jesús esté con nosotros o si solo queremos evitar la adversidad.

Si sabemos que Jesús está con nosotros, podemos enfrentar la adversidad con esperanza e incluso alegría. Con el profeta Habacuc, declaramos con esperanza: "Porque la higuera no florece, ni se recoge nada en las viñas; fracasa la cosecha del olivo y los campos no dan alimento; las ovejas desaparecerán del corral y no hay bueyes en los establos. Pero yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en Dios, mi Salvador. El Señor, mi Señor, es mi fortaleza" (Hab 3:17-19).

Job miró hacia el cielo en su miseria y vio al Señor por sí mismo (Jb 42:5). Saber que Dios estaba con él hizo toda la diferencia para Job. Conoce a Jesús, conoce la esperanza. Sin Jesús no hay esperanza. "Piensen en Jesús" (Heb 3:1), la única Esperanza que necesitas.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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