completamente vestido con humildad (1 pe 5:5)
"Se humilló" (Filipenses 2:8).
El Señor "se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz" (Fil 2:8). El Señor quiere que vengamos y aprendamos de Él, porque es paciente y humilde de corazón (Mt 11:29). El Señor siempre nos está enseñando a ser humildes, desde Su nacimiento en Belén hasta Su muerte en la cruz, y desde Su Encarnación hasta la Eucaristía. Él nos enseña la humildad tanto por su Severidad como por Su bondad (1 Pe 5:5).
Jesús enseña que la humildad es una cuestión de vaciarnos a nosotros mismos, es decir, de despojarnos de nosotros mismos, en lugar de aferrarnos a las posesiones (Fil 2:6-7). La humildad se expresa en una obediencia tan severa que morimos a nosotros mismos (ver Fil 2:8, ver también Gál 5:24; Jn 12:24). La humildad llega al extremo de amar y perdonar a los enemigos y lavarles los pies (Jn 13:5).
En consecuencia, la humildad es humanamente imposible. No obstante, el Señor nos ha dado una nueva naturaleza para que el milagro de la humildad pueda cubrir todos los aspectos de nuestras vidas. Vístete de humildad (1 Pe 5:5).
Oración: Padre, envía al Espíritu Santo para que me enseñe la humildad de la manera más profunda y rápida posible. Haz lo que sea necesario.
Promesa: "Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa" (Lc 14:23).
Alabanza: Aunque se sentían indignos de servir, Carlos y Marta aceptaron el llamado cuando se les pidió que asumieran el liderazgo de una conferencia anual de Escrituras Católicas. Al recibir los dones espirituales de liderazgo y administración, sirvieron en el poder del Espíritu por varias décadas.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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