pobre de mí
"Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos" (Lucas 14:13).
De acuerdo con Jesús, alimentar a los pobres es una responsabilidad personal. Los pobres deben ser amigos personales. Deberíamos conocerlos visitándolos y animándolos a comunicarse con nosotros. El gobierno y la iglesia no deben de tomar nuestro lugar en el alimento de los pobres, sino suplementar nuestros esfuerzos individuales.
Debemos abrir nuestros hogares a los pobres y servirlos con nuestras propias manos. Podemos implementar esto escribiendo un cheque a una agencia de servicios sociales, pero un cheque nunca puede sustituir dar la mano o servir a los pobres en nuestra casa. Jesús describió Su ministerio como la predicación de las Buenas Nuevas a los pobres (Lc 4:18). Él dijo que en el Día del Juicio nuestro servicio personal a los pobres hará la diferencia eterna (Mt 25:34ss). Jesús escogió libremente convertirse en pobre (2 Co 8:9). En nuestro ministerio personal, siempre debemos hacer esto como una prioridad para "ser conscientes de los pobres" (Gál 2:10) y tener "un amor preferente para los pobres" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1586). No podemos amar a Jesús sin amar a los pobres. Ellos son la presencia de Dios en nuestro medio, un reto con consecuencias eternas, y una preciosa oportunidad de amar a Jesús. Ama a los pobres.
Oración: Jesús, dame un profundo respeto por los pobres, sin mirar sus circunstancias.
Promesa: "No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás" (Fil 2:3-4).
Alabanza: Tanto los profesionales como los desempleados asisten a un estudio bíblico sobre Marcos y comparten de la palabra de Dios con gozo.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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