gracias por el final
"Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima" (Lucas 21:20).
Jesús dijo que Jerusalén sería destruida. Como Jerusalén era una ciudad especialmente elegida en el plan de salvación de Dios, la predicción de Jesús parecía imposible. Menos de cuarenta años después, en el año 70 A.D., la profecía de Jesús se cumplió.
Juan, en el libro de Apocalipsis, profetizó que el imperio romano, simbolizado por Babilonia, caería (Ap 18:2). Este, uno de los imperios más estables cayó.
Jesús dijo que este mundo será destruido y pasará (ver Lc 21:26, 33; 2 Pe 3:7). Tenía razón acerca de la destrucción de Jerusalén, y tiene razón sobre el fin del mundo.
No solo las ciudades, los imperios y el planeta tierra están en proceso de desmoronarse, todos nos estamos desmoronando (ver 2 Co 4:16). Nuestra reacción a este hecho no debe ser negación o desesperación, sino acción de gracias. Como un grano de trigo, debemos caer a la tierra y morir para dar fruto (Jn 12:24). Debemos morir en Cristo para resucitar con Él (2 Tim 2:11).
Gracias a Dios que el mundo está pasando y nos estamos desmoronando. Gracias a Dios que hay mucho más que esta vida. Gracias a Dios por los finales que abren la puerta a nuevos comienzos. Gracias a Dios no solo por lo que está yendo bien sino por lo que está decayendo. Gracias a Dios.
Oración: Padre, haz que sea más agradecido cada día a medida que me acerco a la muerte y al hogar.
Promesa: "Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta Él con cantos jubilosos" (Sal 100:1-2).
Alabanza: David se arrepintió y fue bautizado pocas semanas antes de morir.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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