Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores, volverá en gloria, sobre las nubes, acompañado por los ángeles con trompetas poderosas (ver Mt 25:31; 1 Tes 4:16). Cuando llegue, Él sorpresivamente, "recogerá su túnica", sentará a sus humildes discípulos "a la mesa y se pondrá a servirlo" (Lc 12:37). Pero al contrario, los que en su soberbia han optado por no hacer la voluntad del Señor y no ama a sus vecinos serán castigados para siempre (ver Lc 12:46).

Estaremos listos para la venida final de Jesús, si hemos decidido:

• Ponernos delantales de trabajo cada día para alimentar y amar a otros (ver Lc 12:42),

• atar toallas alrededor de la cintura para imitar a Jesús y lavar los pies de otros discípulos (Jn 13: 4ss),

• ocupar el lugar más bajo (Lc 14:10), como lo hizo Jesús en Belén, en Nazaret y en el Calvario, y

• vaciarnos (Fil 2:7) y ser humildes (Mt 23:12).

Los humildes servidores de Jesús no solo heredarán la tierra (Mt 5:5), sino también el reino de los cielos (ver Stg 2:5). El Señor ha prometido: "Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírse sobre mi santa Montaña. Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde" (Sof 3:11-12). Jesús regresará en gloriosa humildad para guiar a los humildes a la gloria. Sirve humildemente y clama: "¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!"

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de mayo de 2017.

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