Satanás trata de perturbar la paz. Él quiere que todo sea un alboroto. Se especializa en el caos. Sin embargo, "porque Dios quiere la paz y no el desorden" (1 Co 14:33). Él está alegre "de ver el orden que reina entre" nosotros y la firmeza de nuestra fe en Cristo (Col 2:5). No debemos dejar que nada nos agite o aterrorice, incluso rumores sobre el fin del mundo (2 Tes 2:2). ¿Qué pasa si "ya se acerca el fin de todas las cosas?" (ver 1 Pe 4:7) Aun así, no debemos perturbarnos. Más bien, debemos mantener la calma para que así seamos capaces de orar (1 Pe 4:7).

Nuestras vidas están fundadas sobre la roca de la fe en Jesús y la obediencia a Su Palabra (Mt 7:24). "El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?" (Sal 27:1) "Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no temerá; aunque estalle una guerra contra mí, no perderé la confianza" (Sal 27:3). Así como Jesús dormía en medio de una tormenta (Mt 8:25), nosotros igual podemos. Tenemos una paz que supera el entendimiento (Fil 4:7). Nosotros "podemos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna" (1 Tim 2:2). Cuando el diablo trata de presionar, manipular y generar una estampida en nosotros, podemos decir: "yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí" (Sal 131:2). "La paz del Señor esté siempre con vosotros".