rendimientos decrecientes
"¿Qué llegará a ser este niño?" (Lucas 1:66).
San Agustín observó que celebramos el nacimiento de san Juan Bautista después del equinoccio del verano cuando la luz del día se va acortando en el hemisferio norte, y celebramos el nacimiento del Niño Jesús después del equinoccio de invierno, cuando la luz del día aumenta. San Agustín conectó este hecho con las palabras de san Juan Bautista acerca del Señor Jesús: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya" (Jn 3:30).
Hoy día debe haber más del Señor Jesús en nuestra vida y menos de nosotros mismos. Ojalá que continuemos así cada día hasta que podamos decir con san Pablo: "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gal 2:20). Paradójicamente, cuando uno disminuye y pierde su vida (Lc 9:24) y somos consumidos por el fuego de Dios (Heb 12:29), no desaparecemos (ver Ex 3:2). Al contrario se descubre quienes somos (Mt 10:39). Después de "gastar tu fuerza" por amor al Señor (ver Is 49:6), el Señor "te hará luz a las naciones" para que "su salvación llegue hasta los confines de la tierra" (Is 49:6). Cuando san Juan disminuía al mandar a sus discípulos a Jesús (ver Hch 13:25), el Señor lo elevó al cielo, y todavía hoy día, celebramos el día de su nacimiento. Decide disminuir.
Oración: Jesús, brille Tu luz por medio de mí para que muchos se conviertan a Ti y reciban Tu amor salvador.
Promesa: "En ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios" (Lc 1:64).
Alabanza: San Juan Bautista "fue delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados" (Lc 1:76-77).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.
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