cenando con los enemigos
"Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores" (Mateo 5:44).
Adoramos a un Dios que ama a sus enemigos, que no los evita, sino que da Su vida por ellos. Cuando nos arrodillamos ante la cruz, cerca de los pies crucificados del Señor, escuchamos Sus palabras: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23:34). Porque cuando todavía éramos sus enemigos, Él murió por nosotros (ver Rom 5:8).
El Señor prometió liberarnos de las manos de nuestros enemigos (Lc 1:74) y poner una mesa delante de nosotros ante los ojos de nuestros enemigos (Sal 23:5). El plan de Dios para esa mesa es el de incluir a algunos de nuestros enemigos convertidos. El Señor nos libera de nuestros enemigos no para deshacernos de ellos, sino para que seamos libres para amarlos y llevarlos a ser libres en Su gracia. Dios es glorificado cuando amamos a nuestros enemigos. Ésta es precisamente la forma en que el mundo sabrá que somos verdaderamente hijos e hijas del Padre celestial: por nuestro amor a nuestros enemigos (Mt 5:44-45).
¿Estamos dispuestos a sufrir? Si no lo estamos, no vamos a ser capaces de amar a nuestros enemigos. ¿Estamos dispuestos a ser puestos a prueba hasta el punto de que solo con la gracia sobrenatural derramada sobreabundantemente cada día podamos amar? Jesús nos enseñó a entrar por la puerta estrecha, donde el camino es difícil (Mt 7:13-14). La puerta estrecha es el amor a los enemigos. En vez de imaginar la desgracia de nuestros enemigos, disciplinémonos a nosotros mismos para imaginar la conversión de nuestros enemigos. Imagina que ellos adoran al Señor con temor, reverencia y alegría. Imagínatelos sentados junto a nosotros, compartiendo con gozo en el banquete del Señor.
Oración: Jesús, que mis enemigos encuentren el camino hacia la plenitud de gozo en Tu presencia (Sal 16:11) y en mi presencia también.
Promesa: "Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo" (Mt 5:48).
Alabanza: Pedro fue perseguido en el trabajo, pero mantuvo una conducta cristiana y finalmente se le respetó.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.
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