En la sociedad norteamericana siempre se exige más y con mayor rapidez. Incluso se espera que la llamada "comida rápida" sea de tamaño gigante. El Señor también es exigente y quiere más y con mayor celeridad. Sin embargo, Él no quiere más cosas materiales o placeres, sino más conversiones. Quiere que seamos capaces de decir: "Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe" (Hechos 6: 7). Por otra parte, el Señor quiere que esta gran cosecha de almas acontezca lo antes posible. Cuando los apóstoles se disponían a trasladar a Jesús en barco, "Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban" (Jn 6:21). Con Jesús se puede llegar rápidamente adonde sea, si se trata de evangelizar.

Cuanto más nos afanamos por poseer cosas egoístamente, menos deseamos ganar almas para Cristo, porque "la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne" (Gal 5:17). También, si nuestro estilo de vida es demasiado rápido, no hay tiempo para Dios. Del mismo modo, nuestro deseo de adquirir más de este mundo reduce nuestro avance en el Reino de Dios, y nuestra vida acelerada disminuye el progreso espiritual que Dios obra en nuestras vidas.

En este tiempo de Pascua, dejemos que el espíritu Santo se sirva de la palabra de Dios para mostrarnos lo equivocados que estamos (ver Jn 16:8) en cuanto a nuestro estilo de vida que siempre demanda más cosas por la vía rápida. Sólo así podremos tener un estilo de vida que sea evangelizador y testigo de Cristo resucitado.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 21 de enero de 2016.

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