En los dos primeros versos de la Biblia, Dios es descrito creando la belleza y la armonía de los cielos y de la tierra para poner orden en "algo informe y vacio" y "el abismo" (Gn 1:2). El orden es lo que hace que las cosas sean bellas. El orden es una expresión de amor, mientras que el desorden es destructivo, incluso abusivo. Por lo tanto, podemos ver cuán bendecidos somos porque Jesús nos ha dejado paz, es decir, shalom-orden, en Su última voluntad testamento (Jn 14:27).

Nuestras iglesias están destinadas a ser bellas y armoniosas creaciones del amor de Dios. Esto no se refiere principalmente a la construcción de la iglesia, sino a las personas que hacen la Iglesia y sus relaciones. El pastor tiene que tener buenas relaciones con los viejos y los jóvenes de la parroquia para que pueda decirles cómo vivir en forma piadosa (Tit 2:2, 6). Los maridos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia (Ef 5:25). Las mujeres mayores deben, con su ejemplo, enseñar a las mujeres más jóvenes cómo amar (Tit 2:3-4). Cuando nuestras relaciones se llevan a cabo en forma piadosa, la Iglesia es preciosa. Entonces, incluso en el caos que reingresó al mundo por el pecado, la tierra se vuelve a renovar por el Espíritu Santo (ver Sal 104: 30), Quien no es un Dios de confusión, sino de shalom-orden (ver 1 Co 14:33).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de junio de 2016.

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