sin escándalo
"Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños" (Lucas 17:1-2).
Las personas nos escuchan en parte debido a lo que decimos y sobre todo debido a nuestra credibilidad e integridad. Por lo tanto, el diablo trata de promover y dar a conocer escándalos en la Iglesia con el fin de arruinar nuestra credibilidad y con ello poner obstáculos en el camino de la comunicación del Evangelio.
Para mantener escándalos, hipocresía y pecado al mínimo, debemos:
- hacer todo lo que podemos para que nuestros líderes sean irreprochables y sin mancha (Tit 1:6, 7),
- "exhortar en la sana doctrina y refutar a los que la contradicen" (Tit 1:9),
- estar en guardia (Lc 17:3),
- arrepentirnos (Lc 17:4), sobre todo de chismear,
- pedir disculpas,
- corregir a nuestros hermanos y hermanas que pecan (Lc 17:3),
- perdonar repetidas veces a nuestros hermanos y hermanas que pecan (Lc 17:4), y
- orar para que nuestra fe se incremente (Lc 17:5).
Los mensajeros del Evangelio han ocultado más que revelado, frecuentemente, la verdad y el amor de Jesús. Obedezcamos al Señor y restablezcamos la credibilidad, la integridad y la eficacia de la Iglesia en la evangelización del mundo.
Oración: Padre, da pureza y poder a la Iglesia.
Promesa: "Estar firmemente adherido a la enseñanza cierta" (Tit 1:9).
Alabanza: Los escándalos sexuales en la Iglesia Católica impidieron que Clara se convirtiera hasta que ella vio que el Sacramento de la Confesión era Dios trabajando por medio de sus sacerdotes.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de junio de 2016.
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