Estas en un verdadero huracán de dificultad, y todo lo que puedes ver de Jesús es que Él está dormido. Quieres gritar "¿No te importa?" (ver Mc 4:39). Sin embargo, Jesús "se ocupa de ustedes" (1 Pe 5:7). "No, no duerme ni dormita el guardián de Israel" (Sal 121:4). Puesto que Jesús nunca duerme en el trabajo de custodiarnos, su dormir en la barca de la Iglesia y en nuestras vidas debe tener otro significado. Posiblemente, se hizo el dormido en la barca para darnos un ejemplo (Jn 13:15).

Los discípulos, acostumbrados a las tormentas del mar, finalmente experimentaron una tormenta que no podían manejar. Jesús estaba en la misma tormenta y en el mismo bote, ¡pero estaba dormido! Tenía la paz perfecta en la peor tormenta. ¡Qué ejemplo! (1 Pe 2:21) Frente a la muerte, Jesús bosteza, se levanta, y para el caos (Mc 4:39).

Jesús ha compartido su cuerpo eucarístico (Lc 22:19) y naturaleza divina con nosotros (2 Pe 1:4). ¿No puedes ver que Él quiere darte su propia paz? (Jn 20:19) Él espera que sigamos su ejemplo y confiemos en Él en los peores momentos. Esto es evidente, porque en lugar de consolar a sus discípulos asustados, los desafía, exclamando: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe? "(Mc 4:40).

Jesús dice que nosotros, sus discípulos, seremos sometidos a tormentas y pruebas (Mt 7:25). "No se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba" (1 Pe 4:12). Cuando Jesús, el Buen Pastor juzgue que sea el momento adecuado, Él te llevará de las aguas tormentosas a las aguas tranquilas (Sal 23:2; Sal 107:30). Hasta que Él lo haga, confía en Él y no temas (Mc 5:36). Jesús es el Señor de todas las tormentas.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015

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