dura tarea es el apostolado
"Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora" (Juan 16:12).
Recuerdo que cuando empecé, hace ya varias décadas, mi carrera de programación informática, tenía que asimilar tanta información nueva que todos los días salía del trabajo con dolor de cabeza por el exceso de información. Aprendía mucho diariamente, sin embargo, mi jefe tenía que enseñarme mucho más, y yo no estaba en condiciones para asimilar más. Por ello, las escuelas separan a los estudiantes en doce grados. Las asignaturas de secundaria no se enseñan a alumnos de primer grado, ya que no están aun mentalmente preparados para eso.
Además de ser incapaz de asimilar información, hay personas que puede que no estén emocionalmente listas para cierta información. Por ejemplo, Jesús había dicho a sus apóstoles que Él los dejaría. Él podía ver que estaban muy afligidos con su partida (Jn 16:5-6) pero también sabía que no podían asimilar más revelaciones (Jn 16:12).
Por último, puede que no estemos listos espiritualmente para asimilar la revelación de Dios. El pecado afecta nuestra capacidad de escuchar y nuestros corazones se endurecen de manera que se resisten a ser transformados por lo que Jesús quiere decirnos. Al igual que los corintios, podemos ser cristianos inmaduros, con grandes limitaciones para crecer en el apostolado. Aunque quisiéramos recibir las enseñanzas más sólidas, por ahora el Señor tiene que alimentarnos con leche espiritual, porque todavía somos niños atentos a las necesidades de la carne (1 Co 3:1-3).
Dios insiste en el arrepentimiento (Hch 17:30). Arrepiéntanse de todo pecado y de lo que asfixia la labor del Espíritu Santo (1 Tes 5:19). Permanezcan en la Palabra de Dios (Jn 8:31) y en la Misa. Lleven la Buena Nueva y produzcan gran fruto en Jesús.
Oración: Jesús, agrándame para que pueda llevar más por Ti (Hch 20:32; 2 Tim 2:20-22). "Habla, porque tu servidor escucha" (1 Sm 3:10).
Promesa: "En Él vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17:28).
Alabanza: Tres niños en Fátima (Portugal) hablaron de una señora que conocieron un día, y con candidez compartieron esta revelación que cambió su nación y la Iglesia.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015
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