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Martes 3 de marzo de 2015

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santa Catalina Drexel


Isaías 1:10, 16-20
Salmos 50:8-9, 16-17, 21, 23
Mateo 23:1-12

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Reflexiones Similares

el diluvio de la culpa

"Vengan y discutamos, dice el Señor" (Isaías 1:18).

En nuestra cultura humanista secular, corremos el riesgo, aun siendo cristianos, de deformar nuestras conciencias. Debemos reconocer la importancia de continuar siendo "adiestrados para discernir entre el bien y el mal" (Heb 5:14). De lo contrario, nos volveremos "insensatos, desleales, insensibles, despiadados" (Rom 1:31). Un día podremos sorprendernos de que hemos cometido muchos pecados graves, pero no nos sentimos culpables; nos hemos vuelto espiritualmente ciegos e inmaduros.

No obstante, esta condición de pecado grave, de culpa mínima y de conciencia sin formar no durará indefinidamente. Al final, la cruda realidad se impone y nos damos cuenta de que hemos pecado gravemente. Cuando llega este momento, la culpa que ha ido acumulándose durante años nos anega. Es como si, en una semana, sintiéramos la culpa de toda nuestra vida. Quienes llegamos a este punto nos sentimos condenados, sin esperanza y encaminados al infierno. Quizás es la primera vez que pensamos en la existencia real del infierno. Abrumados y casi abatidos por la culpa (ver Os 14:2), clamamos al Señor. Este consuelo siempre ha estado disponible, porque Él nos perdona, libera y sana. "Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana" (Is 1:18).

Existe esperanza y salvación para los que se sienten culpables. En el Calvario, Jesús tomó nuestros pecados y se culpó a sí mismo (Is 53:5-6). Por eso, podemos ser totalmente lavados de la culpa y limpios del pecado (Sal 51:4). Gracias, Jesús.

Oración:  Padre, que pueda ir a la Confesión, ser sanado y totalmente liberado de la culpa esta semana.

Promesa:  "Que el más grande entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Mt 23:11-12).

Alabanza:  Santa Catalina entregó millones a los pobres y entregó su vida a Jesús como una hermana religiosa.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de agosto de 2014

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