ellos corren, corren, corren . . .
"Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza" (Hebreos 6:11).
La vida en Cristo es como correr una carrera (ver 2 Tim 4:7; Fil 3:12; 1 Co 9:24). Deberíamos "mostrar siempre el mismo celo" hasta el final, y "no dejarse estar perezosamente" (Heb 6:11,12). Somos capaces de seguir corriendo a pesar de todo, porque somos amados por Dios y tenemos la certeza de heredar las promesas de Dios (Heb 6:11-12). El amor nos mantiene corriendo por Dios (ver 2 Co 5:14), y nosotros amamos porque Dios nos amó primero (1 Jn 4:19). Él envió a su Hijo a morir por nosotros, nos dio una naturaleza nueva, nos adoptó en su familia, y nos hizo sus herederos.
"¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente" (1 Jn 3:1). El Señor "nos ha concedido las más grandes y valiosas promesas" (2 Pe 1:4), y continuará cumpliendo sus promesas perfectamente. Eso es lo que es el Amor. Entonces "en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas" (Heb 6:12).
Amado, corre rápidamente hasta la meta para "alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús" (Fil 3:14). ¡Corre, amado, corre!
Oración: Padre, eres fiel a tus promesas. Tú eres Amor (1 Jn 4:16). Te amo.
Promesa: "El Hijo del hombre es dueño también del sábado" (Mc 2:28).
Alabanza: El Papa san Fabián animó a los demás a no perder fe en las personas que se han separado de la Iglesia, sino a mantenerse firmes en la fe.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014
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