el "libro de sueño"
"Ahora yacería tranquilo, estaría dormido y así descansaría" (Job 3:13).
Jesús quiere ser el Señor de nuestro sueño. Él planea utilizar nuestro sueño tanto para avanzar su Reino, y para darnos la bendición con descanso suficiente. Satanás también tiene planes para nuestro sueño, ya que el sueño ocupa un tercio de nuestras vidas. Además del descanso que perdemos por la actividad de los niños o vecinos, Satanás intenta robarnos de más descanso al tentarnos a preocuparnos (ver Ecl 5:11), tener miedo (Eclo 40:5-7) o enojarnos (Ef 4:26ss). Cuando necesitamos dormir, en su lugar nos quedamos despiertos y nos preocupamos. Esto le da al diablo una oportunidad de actuar sobre nosotros (ver Ef 4:26-27), y promover su sabotaje al Reino de Dios.
Realmente necesitamos discernir qué Dios quiere en el campo del sueño. A veces somos llamados a vivir con poco de sueño. El escritor de 2 Macabeos pasó muchos "desvelos" para escribir la Palabra de Dios (2Mac 2:26). Como Jesús, puede ser que a nosotros nos llamen a interceder y rezar hasta muy entrada la noche (Mt 14:23, 25). En otros momentos, dormimos cuando debemos estar atentos al Señor (ver Mt 26:40ss; Prov 6:9ss; 1Sm 3:1ss). A la inversa, con frecuencia nos pide dormir, pero no lo hacemos. Nos quedamos hasta muy tarde divirtiéndonos o trabajando para lograr cosas perecederas (Jn 6:27) cuando Dios nuestro Padre quiere proporcionárnoslo. "Es inútil que ustedes madruguen; es inútil que velen hasta muy tarde y se desvivan por ganar el pan: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!" (Sal 127:2).
Si entregamos nuestras vidas al Señor y vivimos según sus enseñanzas, Él nos dirá: "Si te acuestas, no temblarás, y una vez acostado, tu sueño será agradable" (Prov 3:24; ver Prov 19:23; 1Sm 2:8). En Su paz, respondemos con gratitud: "Me acuesto en paz y en seguida me duermo, porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso" (Sal 4:9). "Duerme en paz celestial".
Oración: Padre, como Jesús, que yo pueda dormir profundamente, aun en las tormentas más violentas de mi vida (Mt 8:24-25).
Promesa: "Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén" (Lc 9:51).
Alabanza: San Jerónimo pasó cuatro años en el desierto, aprendiendo la Palabra de Dios en soledad y rezo.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 23 de abril de 2014
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