aumentando su "rasgadura"
"Cuando el rey oyó las palabras del Libro de la Ley, rasgó sus vestiduras" (2 Reyes 22:11).
Cuando el rey Josías oyó el Libro de la Ley, rasgó sus vestiduras. Josías sabía que el pueblo de judío estaba llamado a obedecer la Palabra de Dios, aunque ellos no estuvieran interesados. También sabía que ellos desobedecían la Palabra y sufrían las consecuencias (2 Re 22:13). Entonces, con una profunda tristeza debido al pecado cometido y por pavor al castigo, Josías rasgó sus vestiduras.
La profetisa Julda profetizó sobre Josías y la rasgadura de sus vestiduras: "Pero al rey de Judá que los envía a consultar al Señor, le dirán: Así habla el Señor, el Dios de Israel: En lo que respecta a las palabras que has escuchado… Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante del Señor al oír lo que dije contra este lugar y contra sus habitantes, a saber, que se convertirán en una devastación y en una maldición; porque has rasgado tus vestiduras y has llorado delante de mí, también yo he escuchado" (2 Re 22:18-19). A Josías se le perdonó su desobediencia a la Palabra de Dios y también se salvó de ver el castigo al pueblo de Dios (2 Re 22:20).
Nosotros también hemos desobedecido la Palabra de Dios, y por lo tanto la consecuencia merecida es "esperar con terror el juicio y el fuego ardiente que consumirá a los rebeldes" (Heb 10:27). "Pero aún ahora –oráculo del Señor– vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad" (Jl 2:12-13). "¡Desgarren su corazón!" (Jl 2:13)
Oración: Padre, envía al Espíritu Santo para que me muestre mi pecado (Jn 16:8).
Promesa: "Por sus frutos los reconocerán" (Mt 7:16).
Alabanza: Simón, un agnóstico, iba a la iglesia de Linda con la esperanza de conseguir una cita con ella. Para su sorpresa, la predicación del pastor le tocó tan profundamente que se convirtió al catolicismo. También se casó con Linda.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014
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