Los Hechos de los Apóstoles se escribieron más de cuarenta años después de la resurrección de Jesús. Para ese entonces, algunos de aquella segunda generación de cristianos ya habían perdido ese primer amor por el Señor (Ap 2:4). Los Hechos de los Apóstoles fueron escritos para recuperar ese fuego del don del Espíritu Santo (2 Tim 1:6-7). Los Hechos enseñan que la manera de recuperarlo es la de recomenzar desde el punto donde se perdió el primer fervor. Jeremías profetizó: "Deténgase sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos antiguos dónde está el buen camino" (Jer 6:16). Oseas profetizaba que debemos regresar al desierto y responder al Señor "allí como en los días" de nuestra juventud (Os 2:16-17; y Jer 2:2). Debemos regresar a ese primer amor y a nuestros actos piadosos de antaño (Ap 2:4-5).

Quizás necesites regresar hasta "el punto de partida", hasta "la oración [de las tres] de la tarde" (Hch 3:1), hasta ese momento cuando Jesús murió en la cruz por nosotros y hasta el tiempo de la resurrección de Jesús, aunque sea hace cuarenta años o casi dos mil años. Al igual que los dos discípulos en el camino a Emaús, debes regresar al lugar donde fue crucificado Jesús (Lc 24:33). Debes retroceder, sea siete millas (Lc 24:13) o miles de kilómetros, si se requiere eso. Debes retornar a la Iglesia, la Biblia (Lc 24:27, 32) y la Eucaristía (Lc 24:30-31). Si estás estancado en tu vida cristiana, debes recomenzar otra vez y seguir avanzando en tu camino como testigo de Cristo resucitado.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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