el origen de las especies
"[La mujer] tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió" (Génesis 3:6).
Cuando pecamos, nos alejamos enajenamos del Señor y de los demás. Con el pecado, quedamos espiritualmente cegados, confundidos, esclavizados e insensibles. A través del pecado, lastimamos a los otros miembros del cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estos son solamente algunos de los efectos innumerables de un pecado. No obstante, a pesar de que estamos todos familiarizados con estos malos efectos del pecado, nosotros apenas podemos comprender la magnitud del primer pecado, es decir, el pecado que cambió el origen de nuestra especie y nos dio una naturaleza caída. Los efectos de nuestros pecados no los heredan genéticamente nuestros hijos y sus hijos, etc. Sin embargo, el efecto del pecado de Adán y Eva sí lo heredó genéticamente la humanidad. Esto deja alucinada a la mente y es la raíz de todo el mal del mundo.
El pecado original y nuestra naturaleza caída subsecuente pueden ser tratados solamente al ser engendrados de lo alto, nacidos de nuevo (Cfr. Jn 3:3), creados de nuevo (Cfr. Gal 6:15). Jesucristo lo hizo posible por Su muerte y resurrección. Aceptamos este nuevo nacimiento a través de ser bautizados (Cfr. Jn 3:5) y vivimos la vida nueva resultante en fe.
El propósito de Cuaresma es ayudarnos a vivir la nueva vida del bautismo al profundizar nuestra fe. Después de Cuaresma, en cada misa del Domingo de Pascua, en cada Iglesia Católica del mundo, la Iglesia nos llamará a renovar nuestras promesas bautismales. Es una de las mejores expresiones de fe posibles y es el centro del plan de salvación de Dios.
Da limosnas, reza, ayuna, arrepiéntete, ve a la Penitencia, prepárate a renovar tus promesas bautismales.
Oración: Padre, que yo pueda "hacer captar y vivir las inmensas riquezas" de mi bautismo (Christifideles Laici - Sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, Papa Juan Pablo II, 61).
Promesa: "El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4:4).
Alabanza: ¡Toda gloria y alabanza a Ti!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 8 de augusto de 2013
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