¿puede ser?
"Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente" (Salmo 84: 3).
Salomón, el hombre más sabio del mundo estaba conmocionado de que Dios pudiera habitar en el templo. Él se preguntó: "¿Es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido!" (1 Re 8: 27). Imagínate la reacción que habría tenido si hubiera sabido que Dios se haría hombre y habitaría entre nosotros (Jn 1: 14). ¡Aún más asombroso sería que el Dios encarnado viviría dentro de aquellos que fueran bautizados en Su nombre! (ver Rom 6: 3). Y aún hay más: ¡el Dios encarnado y morador nos daría Su cuerpo y sangre bajo las apariencias de pan y vino! (ver Mt 26:26 ss.).
Estamos tan conmovidos por la Encarnación del Señor que recordamos este evento cada mañana, al medio día y en la tarde cuando rezamos el Ángelus. Estamos tan asombrados por el regalo de Dios mismo encarnado que se nos da en la Eucaristía que recibimos la Sagrada Comunión diaria o tan frecuente cómo sea posible. Centramos nuestras vidas en nuestro Señor encarnado, morador y eucarístico. Esta es la razón de este libro, Un Pan, Un Cuerpo. Enseñamos acerca de las lecturas eucarísticas diarias para animarte a ir a Misa diariamente o tan frecuente como sea posible y vivir la Eucaristía a plenitud.
Dios es un Hombre. Dios está en ti. El Señor eucarístico aparece en la forma de pan y vino. Podemos recibir el cuerpo y la sangre de Dios. ¡Sorprendente! ¡Verdadero! ¡Asombroso! ¡Gracias, Señor!
Oración: Padre, que pueda creer tan firmemente en tu presencia eucarística que pueda vivir y morir por ti.
Promesa: "Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte" (Sal 84: 11).
Alabanza: Bárbara recibió por la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes, bienestar y alivio durante su difícil parto.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 8 de augusto de 2013
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