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Lunes, 24 de noviembre de 2014

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san Andrew Dung-Lac
& los Mártires Vietnamitas


Revelación 14:1-5
Salmos 24:1-6
Lucas 21:1-4

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todo para él

"Ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir"(Lucas 21:4).

Hay una broma que habla de un hombre quien sale de la iglesia quejándose a su hijo acerca de la música repugnante, la homilía mediocre del pastor, los parroquianos con la mirada perdida, y todas las cosas que no le gustan de su iglesia. En ese momento, el hijo abre la boca y dice, "¿De veras, papá? ¡Yo pensaba que, por sólo veinticinco centavos, fue un buen espectáculo!"

Alguien quien es mezquino y tacaño con Dios "la ruindad [le] reseca el alma" (Eclo 14:9). Él es el quien pierde, no el Señor, quien lo tiene todo. De cierta forma obtenemos de nuestra relación con Dios lo que nosotros pongamos (2 Co 9:6).

Sin embargo, Jesús está interesado en entregarse completamente. Él declara: "Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lc 14:33). No podemos entregarnos hasta que lo hayamos renunciado todo. No solamente renunciamos nuestras posesiones; renunciamos nuestras "necesidades," nuestros deseos. La viuda pobre dio de sus necesidades (Lc 21:4). ¿Cuál es tu "necesidad"? ¿Quieres riquezas, libertad financiera, un nuevo coche, satisfacción sexual, popularidad o vacaciones? Renúncialos y entrégalos a Jesús.

En este nivel de entregarse completamente, nosotros hemos dado lo que nosotros "teníamos para vivir" (Lc 21:4): nuestro dinero, nuestra energía, nuestras esperanzas, nuestras posibilidades de apoyo, nuestro estilo de vida. Cuando lo entregamos todo, estamos entonces vacíos; no tenemos más (Jn 2:3). Jesús entonces nos llena con una superabundancia milagrosa de su nueva vida (ver Jn 2:5ss) que solamente viene cuando nos hemos vaciado (ver Fil 2:7). Cuando nosotros nos entregamos a Jesús, Él le da todo al Padre, Quien nos llena con nueva vida, para que a través de Él podamos ser "todo en todos" (1 Co 15:28).

Oración:  Padre, utilizame según tu voluntad. Soy tuyo.

Promesa:  "Estos son vírgenes y ellos siguen al Cordero donde quiera que vaya" (Ap 14:4).

Alabanza:  san Andrew Dung-Lac, un sacerdote Vietnamita, fue decapitado en 1839 por su fe en Jesús. Fue canonizado en 1988.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014

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