¿siendo coronado?
"Los veinticuatro Ancianos se postraban ante él para adorarlo y ponían sus coronas delante del trono" (Apocalipsis 4:10).
Nosotros rezamos para que la voluntad de Dios sea hecha así en la tierra como en el cielo (Mt 6:10). En el cielo, aquellos que usan una "corona merecida" (2 Tim 4:8) no tienen sus coronas por mucho tiempo. La gloria que ellos han recibido, simbolizadas por sus coronas, es inmediatamente pasada a Jesús. Continuamente, los ancianos en el cielo ponen sus coronas a los pies de Jesús en un acto de adoración (Ap 4:10).
Esto ocurre repetidamente, como se implica con las palabras "siempre que" (Ap 4:9). Un ciclo perpetuo trabaja en el cielo que debe ser repetido en la tierra así como en el cielo. Parece ser que tan pronto como los ancianos dan sus coronas a Jesús, ¡otra corona les es colocada sobre sus cabezas! Los ancianos, en el cielo, están continuamente exaltados, pero ellos no se quedan con ninguna gloria para si mismos. Ellos le dan toda la gloria de regreso a Jesús.
Nosotros discípulos en la tierra, también somos coronados. Recibimos coronas de vida (Stg 1:12; Ap 2:10), gloria (1 Pe 5:4), gozo eterno (Is 35:10) y muchas otras coronas (Prov 4:9; 12:4; 14:18; Sab 4:9; 5:16: Eclo 1:9). Nosotros también podemos poner nuestras coronas a los pies de Jesús. Cuando coronados con gloria, no nos detenemos a admirarnos. En profunda adoración, inmediatamente pasemos la gloria a Jesús.
A propósito, exactamente a mitad de este escrito, las campanas de la Iglesia Católica a sólo una cuadra de aquí, comenzaron a interpretar en el campanario la melodía del himno "Corónenlo a Él con muchas coronas". ¡Parece ser que el Espíritu Santo me estaba subrayando este mensaje! ¡Muestren humildad, sean exaltados (Mt 23:12); glorifiquen a Jesús!
Oración: Jesús, has que sea más natural para mí glorificarte, que el aire que respiro.
Promesa: "Día y noche: Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá" (Ap 4:8).
Alabanza: Miguel respondió a la muerte de su padre, comprometiéndose a ir a Misa todos los días.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014
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