bautismo, sacerdocio y el sacrificio
"Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi alianza con un sacrificio" (Salmos 50:5).
Cada bautizado es un sacerdote — no en la misma forma que un Sacerdote ordenado por un obispo, pero sin embargo un sacerdote. Un sacerdote ofrece "regalos y sacrificios por los pecados" (Heb 5,1; 8,3). El sacerdocio bautismal debe ofrecer los siguientes sacrificios:
- su cuerpo como un sacrificio vivo (Rm 12,1),
- "un sacrificio de alabanza" (Heb 13:15),
- "buenas obras y generosidad," para que "Dios se complacen por sacrificios de ese tipo" (Heb 13:16),
- la gran ofrenda de observar la Ley de Dios (Eclo/Si 35,1),
- la oferta de paz de observar los mandamientos (Eclo 35:1),
- los sacrificios de la caridad y la limosna (Sir amonestó), y
- la expiación de evitar injusticia (Eclo 35:3).
La Iglesia enseña que para los laicos: "todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (Cfr. 1P 2, 5), que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor" (CIC # 901).
Por nuestro Bautismo, podemos ser sacerdotes y ofrecer sacrificios.
Oración: Padre, mis oraciones, trabajos, alegrías y sufrimientos de este día pueden ser un sacrificio agradable para Ti.
Promesa: "Muchos de los que primero serán los últimos, y los últimos serán los primeros" (Mc 10:31).
Alabanza: David ayuna dos veces por semana como penitencia y en petición por los abortistas.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de diciembre de 2012
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