caer dormido
"Que aparecerían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño" (Lucas 9:31-32).
Cuando Jesús habla del tema de la cruz, tendemos a dormitar, sino física al menos espiritualmente. ¿Alguna vez has notado cuál era el tema cuando estabas dormido en la iglesia o mientras rezabas? Es posible verse roncando o al menos soñando despierto cuando Jesús menciona la cruz de la auto-negación y el auto sacrificio. Cuando Jesús sufría su agonía en el huerto de Getsemaní, los tres apóstoles que lo acompañaban también cayeron dormidos (Lc 22:45). En la transfiguración de Jesús, Moisés y Elías hablaban con Jesús sobre Su "paso" de la tierra al cielo. Este "paso" incluía los sufrimientos de Jesús en la cruz. Una vez más encontramos a Pedro, Santiago y Juan en un "profundo sueño."
Dormir puede servir para descansar o para escapar. A veces sentimos la tentación de escapar, principalmente cuando llega el momento de cargar nuestra cruz para seguir a Jesús (Lc 9:23). Necesitamos que nos despierten. La transfiguración de Jesús fue un intento fallido de despertarnos a la cruz. No obstante, Pentecostés fue exitoso. La iglesia naciente se llenó del Espíritu Santo y cargó su cruz.
Al comienzo de la Cuaresma, renunciemos a quedarnos dormidos atendiendo al llamado de Jesús para que podamos compartir su agonía y sufrimiento. Tengamos "com-pasión"; suframos con Él. "Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará" (Ef 5:14).
Oración: Padre, que pueda sufrir con Jesús y ser glorificado con Él. (Rom 8:16).
Promesa: "Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo" (Fil 3:17-18).
Alabanza: ¡Alabanza a Ti, Jesús ascendido! ¡El cielo y la tierra están llenos de Tu gloria!
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012
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