Un fariseo se sorprendió de que Jesús no se había lavado antes de cenar (Lc 11:38). Los fariseos tenían un complicado ritual antes de la cena (Lc 11:38), incluyendo un lavado ritual de los dedos con un determinado conjunto de movimientos. Jesús obviamente no sigue su fórmula.

Aunque Jesús no se había lavado antes de la cena, seguramente había orado antes de cenar. Él ora constantemente; a veces desde muy temprano en la mañana (Mc 1:35).

Muchos nos avergonzaríamos de salir a la calle sin lavarnos adecuadamente. ¿Nos sentiríamos de igual manera si no proclamamos el Evangelio en público? (Cfr. Rm 1:16).

No vamos a una reunión con nuestro jefe o una cena con amigos sin lavarnos "de arriba a abajo". Imagínense cuando salimos a la calle, a un mundo hostil al Evangelio, sin pedir la protección del Señor "de arriba a abajo".

¿Cuáles fueron las primeras cinco cosas que hiciste esta mañana? ¿Una de ellas fue lavarte? ¿Orar? Demasiado a menudo nos saltamos la oración, pero rara vez nos saltamos el lavado. ¿Qué es más importante?

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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