El Señor nos llama a no actuar por rivalidad (competencia), ya que parece estar relacionado con la vanidad, es decir, el orgullo. Sin embargo, en nuestra cultura desafiamos a Dios actuando en competencia en casi todo. Por ejemplo, desde las notas y los deportes a las fechas y las becas, la escuela es altamente competitiva. El trabajo y el entretenimiento se basan en la competencia. Incluso la vida familiar está atravesada por la rivalidad entre hermanos. En nuestra cultura, vivimos, respiramos y comemos competencia. No sabemos qué otra manera de vivir.

El Señor, sin embargo, nos manda a no competir. "Por el contrario, dejen que todas las partes piensen humildemente de los demás, como superiores a sí mismos, cada uno de ustedes velando por los intereses de los demás en lugar de los suyos" (Filipenses 2:3-4). Si lleváramos estas palabras a nuestros corazones, todas nuestras vidas, e incluso el mundo, cambiarían. Esto es exactamente lo que Jesús quiere.

Ser un hacedor y no sólo un oidor (ver Stg 1:22) de las palabras impactantes de Jesús:

1. redacta una oración parafraseando Filipenses 2:3-4
2. reza esta oración todos los días durante todo el tiempo que sea necesario
3. ve a la confesión, y
4. obedece al Señor.

Vive un versículo de la Biblia y cambia el mundo, mientras dejas que Dios te cambie a ti.

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012

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