Porque el Señor nos ama (Jer 31:3), Él quiere mostrarnos Su misericordia (Jer 31:3), dándonos reposo (Jer 31:2) y restauración (Jer 31:4). Para aceptar estas expresiones de Su amor, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y dejar que el Señor ejecute nuestras vidas completamente. Esto se hace por fe, y cuanto mayor es la fe, mejor.

El Papa san Juan Pablo II ha observado que la mayoría de los problemas gigantescos que enfrentamos en la cultura de la muerte son síntomas. La causa del aborto, la hambruna, la violencia, el racismo, la desintegración familiar, el odio étnico y muchos otros males es la falta de fe. La crisis de fe es la causa de la mayoría de las otras crisis. La pregunta de Jesús sigue siendo: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" (Lc 18:8)

Si clamamos a Jesús, Él ayudará a nuestra falta de fe (Mc 9:24). El Espíritu Santo edificará nuestra fe por medio de la Palabra de Dios (Rom 10:17) y a través de los sufrimientos que soportamos al obedecer Su Palabra (ver 1 Pe 1:6-7). Entonces, como hombres y mujeres de fe, moveremos montañas (Mt 17:20) y seremos victoriosos sobre el mundo (1 Jn 5:5). Somos salvos por su gracia mediante la fe (Ef 2:8).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de enero de 2018

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