trabajo preparatorio
"Roturen un campo nuevo: es tiempo de buscar al Señor" (Oseas 10:12).
La mayoría de los pueblos de la Biblia eran agrícolas. Como todos los agricultores, tenían un tipo de relación especial con el terreno.
Oseas profetizó que si el pueblo no se arrepentía de su idolatría, la tierra causaría su muerte. Las montañas los cubrirían y las colinas caerían sobre ellos (Os 10:8, Ap 6:16). Un pueblo impenitente, idólatra, sería enterrado en un deslizamiento espiritual.
Sin embargo, si nos arrepentimos y nos convertimos en discípulos de Jesús, araremos la tierra y daremos mucho fruto. Si mantenemos la mano en el arado y perseveramos en el discipulado (Lc 9:62), abriremos nuevos campos (Os 10:12).
La máxima relación cristiana con la tierra no es solo para ararla sino para moverla. Si tenemos fe del tamaño de una semilla de mostaza, podemos trasladar montañas (Mt 17:20) para rellenar valles (Is 40:4) y allanar un Camino Santo para nuestro Dios (ver Lc 3:4, Is 35:8).
Decídete. ¿El terreno que trabajas, te dará Vida o muerte? Arrepiéntete y haz discípulos de todas las naciones (Mt 28:19). Prepara la tierra para Jesús.
Oración: Padre, enséñame a ser un agricultor en el Espíritu.
Promesa: "Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca" (Mt 10:7).
Alabanza: El principio revolucionario de san Benito ha guiado a cristianos por quince siglos. Aunque su regla es para la vida religiosa y monástica, también ilumina a la vida cristiana laica.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.