la prosperidad
"Así habla Dios: ¿Por qué quebrantan los mandamientos del Señor? Así no conseguirán nada" (2 Crónicas 24:20).
Cuando desobedecemos a Dios, no solo no prosperamos, sino que ni siquiera podemos prosperar. Podría parecer que prosperemos, pero las miradas engañan. ¿Cuántas superestrellas y celebridades experimentan la depresión profunda y los pensamientos suicidas? Cuando desobedecemos a Dios, incluso las "cosas seguras" no funcionan. Un par de armenios vinieron con las tropas del rey Joás. Joás no pudo perder, pero sí que perdió. "El Señor entregó en sus manos a un ejército mucho más numeroso", entonces bajo el poder de los arameos (2 Cr 24:24). Cuando desobedecemos a Dios, nos sentimos obligados a preocuparnos aun por simples cosas como la comida, la bebida y la ropa (Mt 6:31). Incluso, si tenemos lo necesario, no prosperamos porque nos preocupamos constantemente. "Son los paganos los que van detrás de estas cosas" (Mt 6:32).
La desobediencia no es la libertad, sino la miseria. "Hacer tus propias cosas" no es la prosperidad, sino problemas. La desobediencia nos esclaviza, pero la obediencia nos salva (Rom 5:19). Si intentamos tomar control para ganar nuestras vidas, las perdemos (Lc 9:24). Si nos sometemos al Señor por la obediencia, ganamos nuestras vidas. "Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura" (Mt 6:33). Obedezca al Rey Jesús.
Oración: Padre, que pueda deleitarme en obedecer Tus mandamientos (Sal 112:1).
Promesa: "No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo" (Mt 6:34).
Alabanza: Marcos regala mucho a los pobres con generosidad, da igual si él tiene mucho o poco.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.
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