enciéndelo
"Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor" (Romanos 12:11).
Cuando recibiste el Espíritu Santo, el diablo inmediatamente trató de apagar la llama (1 Tes 5:19). Al mismo tiempo, el Señor agitó en una llama aun mayor el Espíritu en tu vida (2 Tim 1:6). Cede al Espíritu. Pon en el candelero de tu vida los dones y el fruto del Espíritu (Lc 8:16). El Señor continuará encendiendo tu fuego.
Con María, entra en la montaña (Lc 1:39) y da como regalo lo que se te ha dado (Mt 10:8). La llama del Espíritu crecerá en ti, mientras que los Zacarías e Isabeles en tu vida están llenos del Espíritu y profetizan en tanto que los bebés saltan de gozo (Lc 1:41). Tu ser proclamará la grandeza del Señor y hallará gozo en Dios tu Salvador (Lc 1:46-47).
Deja que la Madre María te ayude a confiar en que las palabras del Señor te serán cumplidas (Lc 1:45). "Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes" (Lc 6:38). Dando en el Espíritu es como recibimos.
Oración: Padre, dame el Espíritu Santo a mí y a otros por medio de mí. María, ruega por mí.
Promesa: "Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta" (Sof 3:17-18).
Alabanza: María, deseosa de recibir el Don de Dios para la humanidad, estaba dispuesta a compartir con su prima necesitada. Su bondad con Elizabeth ayudó a liberar el poder del Espíritu Santo en el mundo.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.
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