Al final, Jesús, el Rey de Reyes (Ap 17:14), vendrá en una nube blanca con una corona de oro en su cabeza y una hoz afilada en su mano (Ap 14:14). Él recogerá la cosecha de justicia (Ap 14:16). Entonces un ángel vendrá del templo en el cielo. También empuñará una hoz afilada para recoger las uvas de la ira (Ap 14:19). Todos seremos cosechados, ya sea por nuestro amoroso Señor o por la "parca".

"Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto y cuál será la señal de que va a suceder?" (Lc 21:7) La respuesta es: pronto y "muy pronto" vamos a ver al Rey (Ap 1:1). "Feliz el que lea y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca" (Ap 1:3). "En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar. Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios" (1 Tes 5:1-6). "El que garantiza estas cosas afirma: '¡Sí, volveré pronto!' ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22:20)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018

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