"mi dulce señor"
"¡Qué dulce es Tu palabra para mi boca, es más dulce que la miel!!" (Salmos 119:103).
Desde su cruz, Jesús pronuncia en agonía, "Tengo sed" (ver Jn 19:28). En otra parte del Evangelio de Juan, Jesús le dice a la mujer samaritana en el pozo, "Dame de beber" (Jn 4:7). Curiosamente, el texto de Juan 4 nunca menciona que Jesús bebiera el agua de la mujer. Sin embargo, Juan 4 termina en que Jesús aparentemente ya no tiene sed, porque la mujer lo recibe con entusiasmo; su amor proporcionó la bebida por la cual Jesús tuvo sed.
La respuesta al salmo de hoy es de Salmos 119:103, el versículo resaltado arriba: "Qué dulce es tu palabra para mi boca". El salmista le dice al Señor que las promesas de Dios, tal como están escritas en la ley de Moisés en los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, son dulces a su gusto. Sin embargo, los invito a considerar la respuesta del salmo de hoy como proveniente de la boca de Jesús crucificado. Él está colgando en completa agonía en Su cruz, y Él habla, diciendo "Tengo sed" (ver Jn 19:28). Él ha venido a traer fuego sobre la tierra, y deseaba que estuviera ardiendo (Lc 12:49). Cuando hacemos nuestras promesas a Jesús, como la renovación de las promesas bautismales, las de los sacramentos, y nuestra promesa de pasar nuestras vidas en su servicio, le damos de beber (ver Jn 4:7). Esto es de lo que Él tiene sed, y estas son miel en Su lengua. Es como si Jesús crucificado nos estuviera diciendo: "Qué dulce es tu palabra para mi boca". Dale de beber a Jesús. Promete pasar tu vida difundiendo Sus buenas nuevas al mundo.
Oración: Padre, ponme en contacto con la realidad dándome una perspectiva celestial.
Promesa: "Para mí vale más la ley de Tus labios que todo el oro y la plata" (Sal 119:72).
Alabanza: El Papa san Clemente promovió paz y unidad en la Iglesia.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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