el espíritu de la sumisión
"Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo" (Efesios 6:5).
Todos deben someterse los unos a los otros (Ef 5:21). Las mujeres deben respetar a sus maridos (Ef 5:22), los hijos a sus padres (Ef 6:1) y los empleados a los empleadores (Ef 6:5). Los que llevan autoridad deben someterse al Señor (ver Ef 6:4, 9). El Señor quiere crear una cultura entera de sumisión.
Si aceptamos la llamada de Dios de someternos en situación tras situación, nos abrimos a la posibilidad de que el Espíritu nos llene. El comienzo de esta enseñanza sobre la sumisión en Efesios es el verso 5:21. A pesar de que este verso parezca una oración completa en algunas traducciones, es una frase participial en el original. El verso 21 se subordina al verbo principal de la oración, que es "llénense" (del Espíritu Santo) en 5:18. En el griego original, el Señor dice que debemos vivir unas vidas de sumisión si estamos llenos del Espíritu Santo.
María recibió al Espíritu Santo después de llamarse la servidora de Dios (Lc 1:38). Los que recibieron al Espíritu Santo en el primer Pentecostés cristiano se humillaron al preguntar: "¿Qué debemos hacer?" (Hch 2:37). Doce hombres efesios recibieron al Espíritu después de admitir humildemente que nunca habían oído decir que hay un Espíritu (Hch 19:2). Cornelio y la gente de su casa recibieron al Espíritu después de que Cornelio se postró en sumisión ante Pedro (Hch 10:25). El Espíritu descendió sobre Jesús cuando se sometió al bautismo de Juan (Mt 3:14-15). Una vida sumisa conduce a una vida en el Espíritu.
Oración: Padre, te amo al someterme a quienes Tú has otorgado la autoridad sobre mí.
Promesa: "Traten de entrar por la puerta estrecha" (Lc 13:24).
Alabanza: Jeff dedicó dos años fuera de la población activa para cuidar de su madre moribunda a tiempo completo. Después de su muerte, Dios le bendijo con un puesto aún mejor que el anterior.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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