la unidad de siete
"Traten de conservar la unidad del Espíritu" (Efesios 4:3).
Desde la prisión, Pablo pedía a sus hermanas y hermanos cristianos "comportarse de una manera digna" de la vocación que habían recibido (Ef 4:1). Esto incluía ser humildes, mansos, pacientes y soportarse mutuamente con amor (Ef 4:2). Esta forma de vida radical y diferente era necesaria para preservar e intensificar la unidad de la Iglesia en el Espíritu (Ef 4:3). Una de las prioridades más importantes era la unidad en el cuerpo, en el Espíritu y en la esperanza, unidad en el Señor, en la fe, el bautismo y en Dios y Padre de todos (Ef 4:4-6). Esta unidad de siete es necesaria en nuestras vidas para ser merecedores del llamado del Señor.
Jesús, continua rezando para que seamos uno así como Él y el Padre son uno (Jn 17:21). A pesar de cientos de años de desunión entre las denominaciones cristianas, a pesar de millones de divorcios, a pesar de la indiferencia frecuente ante la vida de nuestros hermanos y hermanas bautizados, a pesar de la gran división y desunión a causa del pecado, el Señor nunca cambiará (ver Mal 3:6; Heb 13:8). Él quiere que estemos en unión con Él y con los demás. Debemos estar unidos aunque perdamos la vida por esto, porque Él ya murió por la misma razón (Jn 11:51-52).
¡Arrepiéntanse! Vivan una vida de unidad digna y humilde.
Oración: Padre, une a los católicos y a los ortodoxos orientales en la década siguiente.
Promesa: "Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos" (Ef 4:5-6).
Alabanza: Después de una separación, Ricardo y Linda se volvieron a unir en un matrimonio mucho más fuerte y lleno de oración.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018
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