la cultura de la muerte
"¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!" (2 Samuel 19:1).
Natán, el profeta, había revelado a David que el pecado de David de adulterio daría lugar a muchas muertes (ver 2 Sm 12:10). El niño concebido por medio del adulterio de David murió (2 Sm 12:18). Amón siguió los pasos de David, su padre, al cometer el pecado sexual de violar a su hermana Tamar (2 Sm 13:14). Absalón, hermano de Tamar, tomó venganza y asesinó a Amón (2 Sm 13:28-29). Años después, Absalón alzó una guerra civil contra su padre. En la batalla final de la guerra, "el desastre fue tan grande, que hubo veinte mil bajas" (2 Sm 18:7), incluyendo a Absalón. Cuando David se enteró de la muerte de Absalón, "se estremeció, subió a la habitación que estaba arriba de la Puerta y se puso a llorar. Y mientras iba subiendo, decía: "¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!" (2 Sm 19:1)
"El salario del pecado es la muerte" (Rom 6:23) — mientras más pecado, más muerte, todavía más pecado y miles de muertes durante generaciones. ¡Resiste la tentación! ¡No peques!
Oración: Padre, resucítanos de la muerte del pecado.
Promesa: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad" (Mc 5:34).
Alabanza: Jesús curó a Teresa de su cáncer.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de julio de 2017.
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