Estoy asistiendo a la Misa de la mañana en un edificio de una iglesia antigua. Los obreros están reparando el techo y el golpe constante de sus martillos hace difícil oír al lector mientras proclama la primera lectura de hoy. Entonces, el lector dijo "Anímense, entonces y estimúlense mutuamente" (ver 1 Tes 5:11). Era fácil hacer la conexión entre las reparaciones físicas que se llevaban a cabo para construir la estructura de la iglesia, y el trabajo necesario para edificar la Iglesia, el cuerpo de Cristo.

Este edificio de la iglesia es fuerte y sólido. Sin embargo, cada iglesia parroquial necesita mantenimiento, no importa cuán fuerte sea. De la misma manera, nosotros, miembros de la Iglesia, debemos mantener las "piedras vivas" de la Iglesia (1 Pe 2:5) ayudándonos unos a otros (1 Tes 5:11). Incluso los miembros más fuertes del cuerpo de Cristo necesitan aliento y edificación.

Construirse unos a otros puede ser incómodo, perturbador y ruidoso. Por ejemplo, Jesús edificó el cuerpo de Cristo en Cafarnaúm expulsando un demonio durante un servicio en la sinagoga (Lc 4:33ss). La interrupción en ese servicio disminuiría la cacofonía del martilleo durante el servicio de hoy. El inconveniente y la interrupción deben ser anulados por el amor; porque sobre todo, es el amor el que edifica (1 Co 8:1). Construye el cuerpo de Cristo mediante los actos de amor y caridad.

Nosotros somos cooperadores de Dios (1 Co 3:9), por tanto seamos miembros que edifican y "estimúlense mutuamente" (1 Tes 5:11).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de mayo de 2017.

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