quebrantado para la cosecha
"Lo que cayó (la semilla) en tierra fértil..." (Lucas 8:15).
El mejor terreno para una buena cosecha es el recién cultivado. ¿Qué aspecto debe tener ese suelo para un jardinero? El suelo está completamente revuelto, descompuesto en terrones y sin allanar. Aun así, este suelo es el óptimo para hacer que las semillas germinen y crezcan.
¿Alguna vez te has sentido desolado y sintiendo que tu vida estaba de cabeza, expuesta y plagada de agotamiento? Aun ahora, ¿sientes constante dolor con tu vida como si fuera una gran convulsión? Entonces para Jesús, el Jardinero (ver Jn 20:15), eres un hermoso huerto para cuidar. Estás justo como el buen terreno que ha sido cultivado y trabajado, listo para ser plantado.
Ahora, decide ofrecer tu corazón atribulado y tu vida llena de agitación a Jesús. Puedes sentir que te han herido hasta quedar completamente destruido y que en tu vida el desorden es tan grande que nunca podrás volver a tomar control. Sin embargo, Jesús, te observa y ve el potencial para lograr una prodigiosa, abundante cosecha. En medio del quebranto, estás en primera fila para ser escogido como el mejor terreno, si te entregas al Señor, como un buen semillero. Permite que Él disponga de tí para el bien de Su reino. Él fertilizará, nutrirá, regará y cuidará de tí con delicadeza. Él puede utilizar tu corazón revuelto y roto para dar mucho fruto. Todo lo que necesitas hacer es no endurecer tu corazón y convertirte en el peor de los terrenos (ver Lc 8:12). Anhela ofrecer tu quebranto para transformarte en Su cosecha.
Oración: Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón como el Tuyo. Intercede para que nada en mi vida termine en desperdicio. Restaura a muchos por medio de mi dolor.
Promesa: "[Jesús] el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible" (1 Tim 6:15-16).
Alabanza: El celo de san Pío por la Santa Eucaristía le envolvía en misticismo durante la celebración de la Misa.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de mayo de 2017.
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