la misión de amor
"Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra" (Salmos 67:8).
Si no creemos en Jesús, permanecemos en las tinieblas (Jn 12:46). Si no aceptamos las palabras de Jesús, ya estamos bajo juicio, y nos privamos de la vida eterna (Jn 12:47). Si no entregamos nuestras vidas a Jesús, seguimos estando "muertos por culpa de nuestros pecados y ofensas" (Ef 2:1). Sin Jesús, no hay esperanza (ver Ef 2:12).
Entonces, oremos porque "la palabra del Señor" continué "difundiéndose incesantemente" (Hch 12:24). Oremos y ayunemos juntos siendo cada uno testigo y misionero de Jesús (ver Hch 13:2-3). Oremos para que el Espíritu Santo hable a nuestra comunidad local para elegir misioneros que lleven el evangelio de Jesús a todos las naciones (ver Hch 13:2). Y apoyemos a estos misioneros con oración diaria, servicio incesante y entrega sacrificial.
Porque amamos a Jesús y a las personas, porque la vida sin Jesús es un anticipo del infierno, y porque la vida en Jesús es una muestra del cielo, todos nosotros debemos ser misioneros y cada Iglesia debe ser evangelizadora, el último mandamiento de Jesús antes de Su Asunción fue: "vayan, y hagan que todos los pueblos sean Mis discípulos" (Mt 28:19). Con amor, vayan y hagan discípulos.
Oración: Señor, "para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones" (Sal 67:3).
Promesa: "Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en Mí no permanezca en las tinieblas" (Jn 12:46).
Alabanza: San Damián amó y fue amado por los no amados y exiliados leprosos en una colonia remota en Hawái.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de deciembre de 2016.
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