En el Evangelio de san Juan, Jesús afirma que Él es Dios. Él dice: "El Padre y yo somos uno" (Jn 10:30). Él usa la frase "YO SOY" para referirse a sí mismo (Jn 8:24, 28, 58) y esa frase es el nombre de Dios como fue revelado a Moisés (Ex 3:14).

Cuando los líderes judíos acusaron a Jesús de hacerse Dios, se le presentó la oportunidad perfecta para aclarar exactamente quién era Él (Jn 10:33). La vida de Jesús estaba en peligro; estaban recogiendo piedras para apedrearlo (Jn 10:31). Jesús podría haber dicho fácilmente, "¡Cálmense, hombres! No me apedreen. Yo no quise decir que realmente yo era Dios". Jesús no solo se negó a retractarse de Su afirmación de ser Dios; sino que, reforzó Su afirmación de que era realmente Dios, en virtud de sus obras, su fe, su obediencia y por haber sido enviado por el Padre a la tierra (Jn 10:34-38).

Jesús afirmó ser el Hijo de Dios y por lo tanto Su igual (Jn 10:33). Luego, Jesús respaldó esa afirmación haciendo las señales que solo Dios podía hacer. Por último, Jesús subrayó Su afirmación de ser Dios al decidir libremente entregar Su vida antes que renunciar a que Él era Dios.

Ahora la decisión es nuestra. Jesús afirmó claramente ser Dios. Él nos pregunta: "¿quién dicen que soy?" (Mt 16:15). A medida que nos acercamos a la Semana Santa, ¿cómo van ustedes a responder a la pregunta de Jesús?

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de deciembre de 2016.

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