nacido esclavizado, nacido libre de nuevo
"El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo en cambio, permanece para siempre" (Juan 8:35).
Nos estamos preparando para la Pascua, que llega en once días. Si el Hijo (Jesús) nos libera, somos realmente libres (Jn 8:36). Juan llama a Jesús "el Hijo" cuando proclama que Jesús nos va a liberar.
En tiempos de Jesús, la mayoría de las personas eran esclavos no porque fueron vendidos como esclavos, sino porque nacieron como tales. La libertad y la esclavitud dependían de quién fuesen hijos o hijas. Por lo tanto, cuando Jesús prometió libertad, algunos de los judíos afirmaban que ya eran libres porque eran hijos de Dios (Jn 8:41) y de Abraham (Jn 8:33). Jesús cuestionó que si Abraham era su padre, por qué no actuaban como Abraham (Jn 8:39). Jesús les acusó de ser hijos del demonio (Jn 8:44). Esto significa que eran esclavos porque eran hijos de un esclavo y un esclavizador.
Cuando ustedes fueron bautizados, se convirtieron en hijos e hijas de Dios. Por lo tanto, ustedes fueron liberados. Sin embargo, las personas libres pueden elegir vivir como esclavos. Vivan su bautismo. En once días, renueven sus promesas bautismales con amor total y gran fe. Vivan como hijos e hijas de Dios. Sean libres.
Oración: Padre, líbrame por medio del Espíritu Santo gritando en mi corazón, "Abba" (Gal 4:6).
Promesa: "Yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño…" (Dn 3:25).
Alabanza: San Vicente rechazó ser nombrado cardenal para responder al llamado como misionero.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de deciembre de 2016.
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