"jesús lloró" (ver lc 19:41)
"Que mis ojos se deshagan en lágrimas, día y noche" (Jeremías 14:17).
A mucha gente no le importa la condición del mundo, el estado de la iglesia, la destrucción de vidas humanas, la ruptura del matrimonio o de la familia, etc. Ellos solo ven la televisión y tratan de escapar de la realidad a través de la constante complacencia en pequeños placeres. Debemos amar al Señor y a los demás lo suficiente como para orar: "Que mis ojos se deshagan en lágrimas, día y noche, sin cesar, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido un gran quebranto, una llaga incurable" (Jer 14:17).
Cuando Jesús vio a la gente debilitada y perdida, Su corazón se compadeció (Mt 9:36). Jesús se preocupó lo suficiente como para morir en la cruz para cambiar este mundo. Nosotros, como sus seguidores, también debemos preocuparnos. Debido a que Jesús es el Señor y es Amor (ver 1 Jn 4:16), no debemos estar deprimidos. Sin embargo, debemos preocuparnos lo suficiente como para llorar y vivir una vida de amor. Si somos amorosos, cada acto de nuestra vida es precioso y de gran poder. No debemos "vivir lo que queda" de la vida mortal "no según los deseos humanos, sino según la voluntad de Dios" (1 Pe 4:2). Si nos preocupamos lo suficiente como para llorar, nos salvaremos el Día del Juicio (ver Ez 9:4), y podemos acelerar el tiempo para que el Señor tenga piedad de nosotros y nos libere (ver Sal 102:14-15).
Cuando Jesús vio Jerusalén, lloró (Lc 19:41). Cuando vemos nuestro mundo de hoy, ¿debemos hacer algo menos? Hay esperanza. Siempre hay esperanza, porque Jesús es el Señor. Sin embargo, la esperanza se cumplirá solo para aquellos que se preocupan lo suficiente como para llorar. Ama, llora, vive, muere y vive para siempre en Jesús.
Oración: Padre, "el amor no pasará jamás" (1 Co 13:8). Acepto Tu gracia para vivir una vida de amor para y en Ti. Que pueda vivir, llorar, alegrarme, morir y resucitar en el amor.
Promesa: "Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!" (Mt 13:43)
Alabanza: San Joaquín y santa Ana enseñaron a su hija, la Santísima Virgen María, el amor del Señor.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.
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