Los apóstoles estaban muy angustiados viendo que el traidor a Jesús estaba sentado entre ellos en la Última Cena. No obstante, Jesús no estaba angustiado, aunque horas después en el jardín de Getsemaní Jesús "comenzó a entristecerse y a angustiarse" (ver Mt 26:37). Pero en la presencia de su traidor, Jesús estaba calmado en control de la situación.

Jesús hace cosas para instruir a Sus discípulos y también a nosotros. Él trata de enseñarle a ellos y a Judas como responder en la presencia de nuestros enemigos y que la respuesta apropiada es la misericordia. Jesús le ofrece a Judas su amistad en el bocado. Jesús le está dando a Judas un último chance de arrepentirse.

Jesús, al anunciar que Su traidor está presente, le hace ver a Judas que Él sigue siendo divino, conocedor de todo y que aún le está extendiendo Su mano misericordiosa. Pero Él sabe que Judas rechazará Su oferta final para arrepentirse.

¿Cómo puede estar Jesús calmado en una situación tan angustiosa? Jesús sabe la Fuente de Su paz. Él puede permanecer calmado en la presencia del traidor que lo entregará a su muerte por Su firme relación con Su Padre.

De la misma manera, nosotros, discípulos, podemos estar calmados "frente a [nuestros] enemigos" (Sal 23:5) si estamos unidos con el Padre, Quien hace funcionar todas las cosas para el bien de todos los que lo aman (Rom 8:28).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de noviembre de 2015.

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