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"Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: 'Sígueme'" (Mateo 9:9).
Hemos escuchado al Señor tocar a nuestra puerta y llamarnos por nuestro nombre (Ap 3:20). Sentimos una fuerza interior que nos arrastra hacia Jesús. Él continúa llamando a los Mateos de hoy a seguirle.
Sin embargo, sentimos temor de decir abiertamente "Sí". Sentimos temor de lo que la gente pueda pensar. Nunca ha estado de moda seguir a Jesús. Convertirse en su discípulo implica parecer un loco ante los ojos del mundo (1 Co 4:10).
Nos sentimos temerosos y vacilantes de seguir al Señor pues no nos sentimos seguros de su amor. Si realmente admitiéramos que Él murió en la cruz por amor a cada uno de nosotros, no nos preocuparía que pensaran que estamos locos. Deberíamos sentirnos afligidos por no seguir a Jesús, en lugar de sentir miedo por seguirle. Sólo cuando reconocemos que somos amados por Dios con una entrega total, incondicional y eterna, entonces nos sentimos liberados de la manipulación del mundo y libres para obedecer a Jesús.
Jesús reitera el llamado: "Sígueme". Confiado en Su Amor, entrégate a Jesús.
Oración: Padre, permíteme reconocer y creer en el amor que sientes por mí (1 Jn 4:16).
Promesa: "Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz" (Ef 4:3).
Alabanza: San Mateo abandono la falsa seguridad del reino del mundo por la verdadera seguridad del reino de Dios.
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015
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