Dios tiene planes para nosotros para nuestro bien, nunca para nuestro perjuico aunque no los entendamos, planes para darnos "un porvenir y una esperanza" (Jer 29:11). El Señor planea llevarnos "hacia los manantiales de agua viva" (Ap 7:17), es decir, al cielo. Allí Él "secará toda lágrima" de nuestros ojos (Ap 7:17).

Sin embargo, podemos arruinar los planes de Dios para nosotros al rehusar arrepentirnos (Lc 7:30) y siendo egoístas (Lc 7:32ss). Sólo Jesús puede liberarnos de la tiranía del ego. "Él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más por sí mismos" (2 Co 5:15). Jesús nos ordena: "que nadie busque su propio interés, sino el de los demás" (1 Co 10:24). "No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás" (Fil 2:3-4). Jesús enseña: "Cualquiera que venga a Mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lc 14:26). "El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por Mí, la encontrará" (Mt 10:39).

Observa un crucifijo, pues ahí tienes la imagen perfecta de cómo morir al ego. Por Su gracia, decide morir al ego. Entonces, te encontrarás a ti mismo y los planes de Dios para que tu vida no sea arruinada, sino plena.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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